Te amo tanto, no sé cómo podría describir mi amor por ti,
por ustedes mis mascotas, gritarle al mundo entero lo buenos que han sido
conmigo, a veces si merecerlo, ¿Cuánto merecemos ser amados por ustedes?
Cuanto merecí que te fijaras en mi cuarto y en mi cama, para
que me acompañaras durante tus últimos días de vida, para que, con tu amor,
ternura, compañía, consintieras cada vacío que quiere hacerse el fuerte ante el
mundo, pero ante el ser cristalino y el amor puro de un gatito se volvía
pequeñita y maravillaba ante tu resistencia, tu dolor vestido de valentía,
paciencia y quietud.
Olaf los últimos meses no fueron fáciles para ti, también
fueron difíciles para mí, te llevé al veterinario, esperando que allí te dieran
una solución, comenzaron las crioterapias y en un momento pensé que lo habíamos
logrado, esas dos o tres semanas que estuviste sin tu collar isabelino y
pudiste volver a ser un poco más tú, un poco más tranquilo, un poco más feliz.
Sin embargo, todo cambio luego de esa herida, con la pelea
que tuviste con el gatito de la calle. Lo culpo a él y le digo el gato feo ese
amarillo, pero que culpa tiene el de ser otro desprotegido (pensé hoy mientras
almorzaba) y lo culpaba por la infección y el proceso que se empeoro en tu
ojito. Amor ayer algo de mi decía dale más besos, cuídalo más, consiéntelo más y no podía
decir que no, a lo que una vez funciono, quitarte el cuellito y lo hice,
entraste ha estado de euforia, como esa vez, solo que la herida en este momento
estaba más difícil, saliste como un loco y regresaste lleno de sangre, pidiéndome
ayuda a mi cuarto, intente tomarte sin alarmarme, pero cuando intente limpiarte
me di cuenta que el dolor te superaba, que tenías el corazoncito a mil. Y decidí
llevarte a urgencias veterinarias, echa un mar de lágrimas.
Mientras le contaba al doctor, no podía dejar de llorar. Conté
tu proceso una y otra vez, a cuatro veterinarios amor mío y todos me decían que
tu situación era muy difícil, que de esta ya no podrías levantarte, que lo que hacíamos
era para mejorar tu calidad de vida, pero que debía ser muy consciente de que
no lo superarías, de que si se sanara allí, en cualquier momento saldría otra. El
de anoche, manifestó algo que toco mi corazón y es que eso ya no era una
calidad de vida y en lo más profundo de mi corazón lo sabía, pero mi egoísmo de
pronto junto al amor, no te veía tan mal, pero anoche fue la primera vez que
uno de los médicos me hablo de la eutanasia y sacrificio como opción. Al ver el
dolor que sentías anoche y pensar más con la razón que con el corazón, me di
cuenta que no podía seguir exigiéndote que permanecieras en mi vida. Pues
aunque existía la opción de una cirugía y luego unas quimioterapias, la
sensatez me dijo, no curo una herida pequeña, ahora una de ese tipo, más el sufrimiento
que podría venir luego del posoperatorio y las quimio, preferí tomar la decisión
junto a tu mamigo, que era hora de decidir sacrificarte, no te voy a negar que
te imaginaba acá comiendo, tomando leche y durmiendo a mi lado, pidiendo ese
calidez que solo entre los dos sabíamos darnos, pero no tendrías una calidad de
vida, es difícil, pues para mí la eutanasia no está permitida en humanos.
Pero al ser católica, se también que tú eras un hermano menor, un gatito
que había llegado a mi vida, junto al sueño de la fundación, al que le di mucho
amor, al que cuidé lo más que pude, el que me dio grandes alegrías, sonrisas y
sueños. Sé que al igual que yo, habrías querido estar un poco más con nosotros
gato mío y eso es lo que más duele, pensar que tu condición que solo era la
piel, te permitía vivir más, pero no bien. Dejar ir es un concepto tan vacío, a veces
ninguna de las partes quiere irse y sin embargo a veces es lo mejor para los
dos, cómo explicar algo así, ahora tengo tu historia mi querido Olaf. Ustedes
como animalitos, siempre estarán a nuestro cuidado y a la merced de nuestras
malas o buenas decisiones, nunca he sido la persona a la que le gusta ejercer
poder, o tomar decisiones así de complejas. Sin embargo, sigo con ustedes
aprendiendo, llorando por sus ausencias y escribiendo para repasar una y otra
vez esas decisiones y de algún modo perdonarme, porque siempre he sido de
seguir más el corazón y la esperanza, que la razón y el escepticismo. La decisión de terminar con tu vida fue hacia
allí amor mío y por eso me duele tanto, pero lo hice por amor, por una muerte
digna.
Yo te amaba y te amare mucho, en cada mia, mia, porque no
decías miau hacías como un gatito pequeñito y consentido mia, mia. Te recordare cada vez que sirva un vasito de
leche y recuerde como aparecías por arte de magia para que te compartiera,
recordare como la comida para ti era un analgésico para el dolor. Recordare las
últimas tardes que pasaste a mi lado, te pido perdón por las noches que no te
deje dormir conmigo aprendí que a veces hay que romper las reglas, cuando de
amor y consuelo se trata. Sé que pude amarte más, perdóname por no hacerlo.
Te amare y vivirás para siempre en mi recuerdo y corazón y
lo que viví hoy contigo me ayudo a crecer un poquitito más, te amo Olaf, tu
nombre sonoro dulce, blanquito, cielito y verdecito como tu. Te amo mucho Olaf. Prometo no olvidar lo que aprendí hoy. Gracias
mi amor Olaf.