lunes, 4 de junio de 2012

Naturaleza cómplice de mi historia


Esa mañana cálida en que mis ojos se encontraron con los suyos…
Esos días largos que pasamos prometiéndonos cosas,
esas largas horas llenas de juramentos de amor eterno.

Esas nubes blancas que atravesaron nuestro bello cielo azul
Y borraron para siempre el reflejo de nuestro sol en los ojos.

Aquel sol que una ves alimento mis venas de energía y mi corazón del más dulce y fuerte amor…
El mismo amor que pertenece a ti, pero que es como aquel noble y fiel compañero 
dejado por quien una ves lo alimento.

La brisa acaricia la soledad de mi sombra en la amargura de haberte perdido,
El rio suena, como si cantara la más oscura melodía de traición.
Las luciérnagas tintinean, mientras aquella noble dama espera dar el perdón
a aquel hombre sin sensatez, que la humillo.

Es culpa tuya haberme perdido mi amor…